Para chicas: Mujeres de honor


“…Purifiquen su corazón, porque su lealtad está dividida entre Dios y el mundo” Santiago 4:8 (NTV)

Este versículo nos puede resultar duro, incluso chocante, justamente porque pone al descubierto motivaciones y actitudes de lo profundo de nuestro corazón que no condicen con la voluntad de Dios para nuestra vida. Que Dios en Su misericordia nos hable a través de Su Palabra conforme a la necesidad de cada una y que nuestro corazón esté dispuesto a obedecer  Su voz.

Para comenzar me gustaría mostrarte algunas definiciones que llamaron mi atención:

Lealtad: "Es el cumplimiento de las leyes de la fidelidad y el honor" Según el diccionario, una persona LEAL es alguien “incapaz de traicionar o engañar” y “que no abandona nunca a alguien” Antes de que nos “auto diagnostiquemos” como incapaces de hacer tales aberraciones a nuestro Salvador, veamos lo que dice Oseas 6: 4 y 6 (LBLA) “Porque vuestra lealtad es como nube matinal, y como el rocío, que temprano desaparece... Porque más me deleito en la lealtad que en el sacrificio, y más en el conocimiento de Dios que en los holocaustos” Muchas veces no conseguimos apartar un tiempo para estar a solas con Dios, y encontramos miles de razones para excusarnos, como "no tengo tiempo", "tengo muchas cosas que hacer", "lo hago más tarde", etc. Sin embargo, a nuestro programa de televisión favorito le somos fieles y no nos lo perdemos por nada. Podemos justificar nuestras inasistencias a las reuniones y actividades de la iglesia por tareas, salidas, o actividades, pero a nuestro tiempo de ocio o diversión no le robamos ni un segundo. Nuestra prioridad debe ser darle a Dios lo que es de Dios. Pidámosle que nos guíe para administrar nuestro tiempo de la mejor manera.

Traición: “Delito que se comete quebrantando la fidelidad que se debe guardar... sirviendo al enemigo" La palabra traidor/a implica faltar a la verdad y a la vez, una falta de conformidad entre las palabras, las ideas y las cosas. Bueno, para ser sincera, más de una vez he tenido luchas al querer poner en práctica lo que sé que debo hacer. Muchas veces sabemos lo que tenemos que hacer, entendemos que algo anda mal con nosotras y que debemos cambiar, nos damos cuenta que necesitamos tomar decisiones determinantes y muchas veces drásticas, comprendemos que esas personas o hábitos no nos convienen… ¿y qué hacemos? ¡Nada! Nuestras ideas de cambio suenan realmente espectaculares, pero quedan sólo en palabras porque no nos atrevemos a dejar lo que nos hace mal para seguir aquello que tiene frutos eternos. 

Engañar: “Cerrar los ojos a la verdad, por ser más grato el error" Qué triste es que hagamos esto siendo hijas de Dios. Que tapemos nuestros oídos, cerremos los ojos, y acallemos nuestra conciencia para no oír, ni ver, ni corregir nuestra conducta.
Santiago 4:7-8 (NTV) “Así que humíllense delante de Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes. Acérquense a Dios, y Dios se acercará a ustedes. Lávense las manos, pecadores; purifiquen su corazón, porque su lealtad está dividida entre Dios y el mundo”.

¿Necesitamos un nuevo comienzo? ¡No tardemos en volvernos a Dios de todo corazón! ¡No negociemos nuestra lealtad con ningún ídolo! ¡No sirvamos más al enemigo! Que no gane ventaja sobre nosotras, porque no ignoramos sus maquinaciones. Que podamos orar como el salmista en el Salmo 51:1-10 y que nuestra lealtad sea 100% para Dios. 



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